Tuesday, June 07, 2005

El respiro que abandonaste

Estabas muerta; yo te ví yaciendo en la cama, desnuda, inánime, enredada en las sábanas que utilizamos para cubrir nuestros rostros, que utilizamos como fondo para revolcar nuestros cuerpos. Estabas muerta, boca abajo, después de que tocamos nuestra piel; después de que te tuve en mis brazos estremeciéndote; después de que tuve mis manos entre tus muslos acariciándote.

Estabas muerta y no tuve miedo, ni tristeza. Mi paz se llenaba observándote frágil y caída como aquel ángel enamorado de su propia belleza. Recordé el sabor que tu aliento tuvo en mi boca; el de mis labios cuando tuvieron tu sexo; el de mi lengua cuando tuvo tu miel. Recordé haberte quitado el respiro, el haber tomado tus exhalaciones. Pensé que había tomado tu alma, que mi arrebato habíate hecho desfallecer. Te ví muerta y observé. ¿Qué más podía hacer a tan maravilloso espectáculo? Me tranquilicé al creerte ya en el cielo, poseída por la tranquilidad que rodeaba tu ser.

Lo sé porque yo estuve muerto junto a tí, porque estuve fuera de mí también.

En esos instantes, reviviste. Me miraste con aquella expresión que el cura a los condenados le da. Supongo que meditaste sobre tu otra vida, en aquella que tuviste antes de fenecer. Tus ojos tomaron ese tono de providencia, de contemplación. Así, me creíste loco al preguntarte sobre aquel sueño, sobre cómo sería ese dormir tan largo que tomaremos alguna vez. Entonces, callaste mis ojos con un beso y nos dispusimos a hacer el amor otra vez; pero, ya no iba a haber dos muertos ahora, porque después de éso íbamos a seguir viviendo, a seguir despiertos otra vez...

1 Comments:

Blogger titab said...

El post estuvo chido, con un sabor a vampiro que ha machacado su presa.

3:59 AM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home